El congresista no está sujeto a mandato imperativo de acuerdo a nuestra Constitución política y solo rinde cuentas ante sus electores he escuchado a varios parlamentarios afirmar esto último sin inmutarse en los más mínimo.
Sin embargo, la popularidad no acompaña a los representantes del Poder Legislativo, acusados muchas veces de lobistas, ofrecer favores y hacer uso excesivo del clientelaje. Ahora mismo se ha descubierto que entre los parlamentarios contratan a familiares y amigos.
En el caso de los electores se nos reprocha que no sabemos elegir. Votamos por candidatos muchas veces impresentables sin que haya forma de despedirlo. Algunos consideran que si fueron elegidos tendremos que esperar que culmine su periodo de cinco años.
Están en calidad de inquilinos precarios en el Congreso de la República según el congresista de Acción popular por Puno Johnny Lescano. Entonces para que se conviertan en auténticos representantes del pueblo se les tiene que exigir una gestión por resultados. La evaluación de esos resultados tiene que ser a mitad del periodo parlamentario; es decir, la renovación parcial del parlamento a mitad del periodo de gestión.
Obviamente, el actual Congreso no va a proponer un proyecto de ley sobre esta propuesta por lo que corresponde someterlo a votación popular. Ya es tiempo que el político sepa que salir elegido no es ganarse la tinka, sino poner sus conocimientos al servicio público, su aporte a la sociedad y la democracia.
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