Las autoridades tienen la narrativa de que luchan contra este flagelo, pero a todas luces se ve que el sistema, como tal, se presta para enriquecerse de manera ilegal. Solo cambian los actores, pero siguen los escándalos que involucran a las altas esferas del gobierno.
¿Vale la pena continuar con esta situación que nos pone a nivel de un país fallido, o tomamos la decisión de hacer ajustes al sistema de tal manera que se desaliente a personajes sin ética ni valores a postular a cargos públicos?
Comencemos por convocar, de los 33 millones de peruanos, a un ciudadano interesado en gobernar el país. Que tenga la habilidad de llamar a otros ciudadanos para hacer gestión que permita la generación de empleo digno, políticas públicas de buena educación y seguridad para beneficiar a más peruanos.
Igualmente, necesitamos contar con instituciones sólidas y eficientes, con mecanismos de rendición de cuentas claros. Esto implica una justicia independiente, una administración pública profesional y sistemas de control rigurosos. Promover la transparencia y la apertura en todos los niveles de gobierno es fundamental.
En paralelo, debemos apostar por una mejora en la educación, poderosa herramienta para combatir la corrupción. Es importante promover una cultura de integridad desde las etapas tempranas de la educación, enseñando a los jóvenes los valores de la honestidad, la ética y la responsabilidad. Además, es necesario fomentar la conciencia ciudadana sobre los peligros y las consecuencias de la corrupción.
Indiscutiblemente, la tecnología puede ser una aliada en la lucha contra la corrupción. El uso de sistemas electrónicos para la gestión de trámites y la publicación de datos abiertos permite reducir la discrecionalidad y el contacto directo con funcionarios, disminuyendo así las oportunidades de sobornos y malas prácticas. Además, la tecnología puede ayudar en la detección y seguimiento de casos de corrupción.
No cabe duda de que los ciudadanos deben tener un rol activo en la supervisión de las actividades gubernamentales. Promover la participación ciudadana, la denuncia de actos corruptos y la protección de los denunciantes es esencial. Organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y plataformas digitales pueden jugar un papel crucial en la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas.
¡No permitamos que la corrupción siga socavando nuestros esfuerzos por construir un país más justo y equitativo! Cada uno de nosotros puede marcar la diferencia, desde nuestras acciones cotidianas hasta nuestro compromiso activo en la promoción de la transparencia y la integridad.
Juntos, podemos construir un futuro en el que la corrupción sea cosa del pasado. ¡Luchemos contra la corrupción!