Luchemos contra la corrupción

Veinticuatro mil millones de soles se pierden por la corrupción, según la Contraloría General de la República. Sin embargo, nadie está interesado en enfrentar esta situación que desfalca las arcas fiscales y no permite atacar la pobreza que ya afecta al 27.5% de la población, es decir, más de 9 millones de peruanos se encuentran en esta difícil situación.

Las autoridades tienen la narrativa de que luchan contra este flagelo, pero a todas luces se ve que el sistema, como tal, se presta para enriquecerse de manera ilegal. Solo cambian los actores, pero siguen los escándalos que involucran a las altas esferas del gobierno.

¿Vale la pena continuar con esta situación que nos pone a nivel de un país fallido, o tomamos la decisión de hacer ajustes al sistema de tal manera que se desaliente a personajes sin ética ni valores a postular a cargos públicos?

Comencemos por convocar, de los 33 millones de peruanos, a un ciudadano interesado en gobernar el país. Que tenga la habilidad de llamar a otros ciudadanos para hacer gestión que permita la generación de empleo digno, políticas públicas de buena educación y seguridad para beneficiar a más peruanos.

Igualmente, necesitamos contar con instituciones sólidas y eficientes, con mecanismos de rendición de cuentas claros. Esto implica una justicia independiente, una administración pública profesional y sistemas de control rigurosos. Promover la transparencia y la apertura en todos los niveles de gobierno es fundamental.

En paralelo, debemos apostar por una mejora en la educación, poderosa herramienta para combatir la corrupción. Es importante promover una cultura de integridad desde las etapas tempranas de la educación, enseñando a los jóvenes los valores de la honestidad, la ética y la responsabilidad. Además, es necesario fomentar la conciencia ciudadana sobre los peligros y las consecuencias de la corrupción.

Indiscutiblemente, la tecnología puede ser una aliada en la lucha contra la corrupción. El uso de sistemas electrónicos para la gestión de trámites y la publicación de datos abiertos permite reducir la discrecionalidad y el contacto directo con funcionarios, disminuyendo así las oportunidades de sobornos y malas prácticas. Además, la tecnología puede ayudar en la detección y seguimiento de casos de corrupción.

No cabe duda de que los ciudadanos deben tener un rol activo en la supervisión de las actividades gubernamentales. Promover la participación ciudadana, la denuncia de actos corruptos y la protección de los denunciantes es esencial. Organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y plataformas digitales pueden jugar un papel crucial en la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas.

¡No permitamos que la corrupción siga socavando nuestros esfuerzos por construir un país más justo y equitativo! Cada uno de nosotros puede marcar la diferencia, desde nuestras acciones cotidianas hasta nuestro compromiso activo en la promoción de la transparencia y la integridad.

Juntos, podemos construir un futuro en el que la corrupción sea cosa del pasado. ¡Luchemos contra la corrupción! 

La lucha contra el feminicidio requiere un enfoque integral y comprometido

 

51 feminicidios en lo que va del año se cometieron según el ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, MIMP. Pese a las múltiples estrategias puestas en marcha por los organismos responsables, no baja el índice de crímenes perpetrados contra mujeres.

Pese a esta realidad escuchamos frases como la de la viceministra de la mujer Silvia Loli: "Nadie te salva la vida por teléfono" al comentar sobre la linea 100, que por cierto no funciona o la de algunos efectivos policiales en las comisarias que en vez de proteger a las victimas les dicen: "Los trapitos sucios se lavan en casa", "que le habrás hecho tú" en fin la de nunca acabar. 

Evidentemente se ha fracasado en el intento de frenar los casos de feminicidios en el Perú. Por el contrario en el País Vasco en España registra una tasa de feminicidio mucho más baja que en nuestro país. 

Una de las claves del éxito del País Vasco en la lucha contra el feminicidio es un enfoque en la prevención. El gobierno ha invertido en programas de educación y concientización sobre la violencia de género, desde las escuelas hasta los centros laborales. También ha implementado políticas públicas para garantizar el acceso de las mujeres a servicios de apoyo y atención, como refugios y líneas de ayuda.

Otro factor importante en la estrategia del País Vasco es su sistema de justicia penal. Las autoridades han capacitado a los jueces y fiscales en temas de género y violencia contra las mujeres. También se ha establecido un enfoque de género en la investigación y el enjuiciamiento de los delitos relacionados con la violencia de género.

Haría bien, el ministerio de la mujer del Perú enviar a una comisión especial para que recoja la experiencia del país Vasco y aplicarla a nuestra realidad. En tanto, se puede ir avanzando en un enfoque integral que  incluye la educación y la prevención, así como el fortalecimiento del sistema de justicia penal. Además, se debe trabajar en la sensibilización de la sociedad en general sobre la gravedad de la violencia de género y en la promoción de la igualdad de género en todas las áreas de la vida.

En paralelo se debe impulsar políticas para abordar los factores que contribuyen a la violencia de género, como la pobreza, la discriminación y la falta de oportunidades para las mujeres. Esto puede incluir el fortalecimiento de los programas de asistencia social, el fomento del empleo y el empoderamiento económico de las mujeres.

No está demás la creación -en cada comisaría- de un cuerpo especial de respuesta rápida ante el llamado de auxilio de una persona y advertir a los agresores que serán encarcelados si cometen el delito de feminicidio.   

En resumen, la lucha contra el feminicidio requiere un enfoque integral y comprometido. Adoptar las estrategias adecuadas, como la prevención, la capacitación de las autoridades y la sensibilización de la sociedad, pueden marcar la diferencia. Con el tiempo y la dedicación, se puede lograr una reducción significativa de la tasa de feminicidios en el Perú y que cobre sentido real la frase: Ni una menos.